Creo fielmente en la amistad de verdad.
En la que aunque los kilimetros y las horas de distancia sean mucho más de lo que las personas son capaces de soportar, lo soportan. En las que no importa si es por una pantalla o en persona, se entienden en todo momento.
La esencia está en los vínculos. No todos los vínculos son lo suficientemente fuertes como para aguantar las guerras interiores, los huracanes de sentimientos, las temporadas en silencio. Hay personas que no están preparadas para querer a los demás más de lo que se quieren así mismos. El egoísmo a veces nos puede y hay personas que no están preparados para tener ese tipo de personas a su lado.
Yo soy de este tipo, no me importan los fantasmas mientras los compartan conmigo. La amistad es algo de dos, es dar y recibir. Es llorar cuando llore el otro, reir cuando ria. Es ser fuerte cuando la otra persona no es capaz de serlo por sí mismo. Es la bocanada de aire cuando te estas ahogando. Es creer en el otro de manera incondicional. Es acabar las frases del otro y saber que está pensando antes de que lo diga o antes de que él mismo lo sepa.
Creo, sin duda, que a veces las medias naranjas no se encuentran en el amor pero si en la vida.
No sé cuantos caminos tendremos que recorrer, ni cuantas veces nos tendremos que equivocar hasta lograr llegar a la meta. Pero estoy segura que mientras camines, seguiras encontrando amigos de verdad. Puede que sean pocos y que puedas contarlos con los dedos de la mano, pero te aseguro que merece la pena.
No se querer a medias, pero sé querer de verdad.
Brindo por las personas antisociales como yo,
que encuentrar amistad de verdad,
medias naranjas que aunque sean amargas,
nos quieren de verdad,
y nosotros a ellos.
Irene
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