4.9.15

La verdad nos hará libres

La verdad era todo lo que nos quedaba en aquel momento. Una verdad que no dependía de uno mismo sino de todos los demás. Porque al final todos veíamos lo que queríamos ver. Creemos que nos decimos constantemente la verdad, pero no es cierto. Nadie es más ciego que el que no quiere ver. Es posible que me hubiera cegado durante tanto tiempo que la verdad hubiera pasado a un segundo plano. Yo, que era una auténtica defensora de la verdad, de la sinceridad, de decir siempre lo que uno pensaba.

A veces era mordaz, otras irónica, y un largo etc., si me preguntabas te decía la verdad doliera o no, eso sí, preguntaba si querías oírla. No siempre estamos preparados para oírla. Posiblemente, fue lo que me había ocurrido a mi durante todo ese tiempo. No es que no la supiera, la sabía. Era que no quería oírla para tener que hacerla real.
Las decisiones que necesitan de la verdad, son tan difíciles de tomar. No porque no se desee, sino porque nunca se está preparado del todo para embarcarse en un nuevo camino.
Empezar de nuevo es volver a acostumbrarse a todo aquello que ya teníamos como un hábito. Su risa, sus abrazos, sus manos al juntarse con las nuestras, las mañanas y las noches, las discusiones y como arreglarlas, los silencios y hasta el mínimo detalle más insignificante. Decidir empezar es volver a conocer, volver a sentirse confundido y volver a disfrutar con los principios tan maravillosos.

La verdad, es que comenzar no estaba mal, solamente asustaba de una manera brutal. Es sentirse vulnerable otra vez. Es como cada vez que te montas en una montaña rusa, sabes perfectamente que te va a gustar, merecerá la pena una vez estés arriba del todo, bajando y subiendo, sintiéndote libre por momentos, feliz en otros, es que se encoja el estomago cada vez que ocurra aun sabiendo todo lo que vendrá (o no).
La verdad no me destrozó en pedazos, sólo me empujó a tomar las decisiones adecuadas. En todos los aspectos de mi vida. La verdad también me enseño que todo lo que en esta vida merece la pena de verdad, asusta. Todo lo que nos hace sentir un poco más nosotros, nos hace sentirnos débiles en muchos momentos. Perderse es siempre el camino correcto para finalmente encontrar todas las piezas que encajan.

Por eso me dije: piérdete al menos una vez al día, asústate y siéntete débil, porque los valientes llenan su fortaleza de todo aquello a lo que deben enfrentarse.

Por todos los miedos que un día nos harán más nosotros.

I.






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