Es como si en este pequeño instante supiera
todo pero a la vez no supiera nada. La teoría es una maravilla que inventaron
mentes privilegiadas, pero nunca inventaron una manera fácil de llevar a la
práctica la teoría.
No puedo decir que me sienta triste, porque
no lo estoy. Tampoco puedo decir que no lo esté, porque tampoco soy feliz. Me encuentro
en un punto intermedio entre la tristeza y la alegría. Contradictorio en si
mismo, pero realista. Me siento en paz sin terminar de estarlo, duermo bien 4
de cada 7 noches y sueño 6 de cada 7. Todo se magnifica.
Un día pienso una cosa, y al día siguiente
otra, pero siempre llego al mismo punto. Positivismo y tiempo. La palabra
clava: tiempo, pero el tiempo a veces es tan largo, tan cuesta arriba que
piensas ¿por qué no me rindo? Será más fácil sí, pero ¿merece la pena el camino
por la recompensa? Sí, sin duda.
Hace poco una persona me dijo que lo
importante era que no perdiera la calma, que la calma es una bendición de la
vida. Tiene razón, pero por mucho que me repito ten calma todo cambiará, no
puedo dejar de pensar que también puede cambiar para mal, que quizás nos perdamos
para siempre. Y cuando pienso eso, lloro e inmediatamente pienso que soy
idiota, pero idiota rematada y que sólo debo creer en mi y en él, y que el
tiempo nos diga todo lo demás.
La única conclusión a la que he llegado es
que todas las mañanas me pienso repetir: respira hondo, continua, lucha,
construye y todo llegará. Porque ¿sabeís? Todo llega para el que sabe esperar.
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