13.10.15

Lecciones de vida que no de escuela

Corre, corre, corre. No pares.

El tiempo ha sido la mayor lección de todas, y hasta aquello en lo que creías ciegamente, aquello en lo que te repetías "no puede ser", te ha fallado alguna vez.
Hace demasiado tiempo que entendí que elegimos todos los días pero que no siempre es lo que de verdad queremos. Nunca dejamos de caminar hasta cuando nos paramos, porque el reloj sigue, el tiempo no descansa y no hay forma de volver atrás.
Aprendemos todos los días algo nuevo, no tiene porque ser conocimiento, las lecciones de vida también cuentan.

He aprendido que tengo miedos absurdos y lo que de verdad me debería dar miedo no me da. No temo a la soledad, por ejemplo.
He descubrierto demasiadas manías a lo largo de estos años que no conocía. Muchas insoportables.
He cerrado los ojos, respirado hondo y vuelto a abrirlos más veces de las que me hubiera gustado, y siempre he podido después.
Me he perdido más veces de las que mis dedos de las manos pueden contar y siempre me he encontrado.
He entendido que la vida es cuestión de perspectiva.
He descubierto lo que me gusta y lo que no, pero aun dudo en lo que quiero y espero de los demás.
He comprendido que fallar es de humanos y ser perfectos de marte, que a cada uno se le quiere por lo que es cuando esta contigo y no por como es con los demás.
He aprendido que no querer demasiado es un error, que no se debe querer a medias, se debe querer de verdad. Y que el dolor que vendrá es solo transitorio.
He descubierto que querer algo mucho no sirve sino construyes el camino para lograrlo.
He aprendido a no cerrar los ojos a la verdad y darle la espalda a las mentiras. 
He aprendido a ser como soy y quererme por ello.
He comprendido que la vida en compañía es mejor, duele menos y merece más la pena.


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